Lejos de lo que algunos podrían pensar, el pasto sintético resulta una opción que colabora con el medio ambiente.
Por una parte, el pasto sintético no requiere de riegos. Al respecto hay que tomar en cuenta que por ejemplo, para regar una cancha de fútbol de pasto natural, se requieren aproximadamente unos 52 mil litros de agua por día.
Esto en un clima fresco, porque en pleno verano o en el soleado trópico, la cosa cambia bastante, ya que el requerimiento de agua diario podría llegar, por cancha de fútbol, a 80 mil litros por día.
A diferencia del césped natural, el pasto sintético no requiere riegos, por esto y por otras cosas el césped sintético es un producto que no atenta contra la ecología, y a su vez reporta un gran ahorro económico para el propietario de una cancha de fútbol comercial, ya que los gastos por agua serán eliminados.
Por otro lado, el pasto artificial suele ser instalado con un relleno con arena de sílice y caucho reciclado, otro factor importante de aporte a la ecología, ya que se le brinda un uso sustentable al caucho proveniente de neumáticos fuera de uso. Cabe destacar que este relleno tiene la función de hacer que las fibras del pasto sintético permanezcan erguidas, pero también le aportan a la cubierta un mayor confort, ya que el relleno hace que el pasto artificial sea más mullido.
Las fibras del césped sintético son fabricadas con un polietileno 100% reciclable y libre de metales pesados, es por eso que resulta inocuo para la salud de los usuarios, quienes podrán tener contacto continuo con el pasto, sin que por esta razón se vea afectada su salud.
El césped sintético no necesita ser fumigado, el pasto natural en cambio, requiere de fumigaciones constantes, de resiembras e inclusive de procedimientos de secado en tiempos de lluvia. Todos estos procedimientos resultan ser contaminantes, tanto por las sustancias empleadas, como por el uso de maquinarias a base de gasoil que se requieren para llevar a cabo estos tratamientos en el césped vegetal.